viernes, marzo 04, 2005

Maps of blood and flesh



"O Crown of Light, o Darkened One,
I never thought we'd meet.
You kiss my lips, I undid your gown:
I'm back on Boogie Street.

A sip of wine, a cigarette,
and then it's time to go.
I tidied up the kitchenette;
I tuned the old banjo.
I'm wanted at the traffic-jam.
They're saving me a seat.
I'm what i am, and what i am,
Is back on Boogie Street.

And o my love, i still recall
The pleasures that we knew;
The rivers and the waterfall,
Wherein i bathed with you.
Bewildered by your beauty there,
I'd kneel to dry your feet.
By such instructions you prepare
A man for Boogie Street.

O Crown of Light, o Darkened One.

So come, my friends, be not afraid.
We are so lightly here.
It is in love that we are made;
In love we disappear.
Tho' all the maps of blood and flesh
Are posted on the door,
There's no one who has told us yet
What Boogie Street is for.

O Crown of Light, o Darkened One,
I never thought we'd meet.
You kiss my lips, and then it's done:
I'm back,
back on Boogie Street

A sip of wine, a cigarette,
and then it's time to go...."

Boogie Street - Leonard Cohen

jueves, marzo 03, 2005

En Comala comprendí



Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d'Austerlitz.

Primavera de un amor
amarillo y frugal como el sol
del veranillo de San Martín.

Hay quien dice que fui yo
el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel
conocí a Mademoiselle Amsterdam.

En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la Estatua de la Libertad,

pero en Desolation Row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar,

y, en el coro de Babel,
desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del Rey Salomón.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un
de un no te quiero querer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.

El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.

...

Peces de Ciudad - Joaquín Sabina